Resulta ya demasiado obvio decir que vivimos rodeados de pantallas. Casi invertimos más tiempo en ellas, en la curiosidad sobre las vidas de otros, en nuestra propia vida proyectada y a menudo falseada, que en el contacto convencional con los demás (Aunque habrá un momento en que se revise qué es lo más convencional).
Autor: Carlos Sotelo Enríquez Página 3 de 12
Consultor de comunicación con más de veinte años de experiencia profesional. Profesor universitario de comunicación institucional y Public Affairs. Especialista en marketing y comunicación online. Ayudo a empresas y organizaciones a gestionar su comunicación y proyectar su imagen corporativa en el mercado.
One of the most ugly faces of the economic crisis is unemployment. There are countries in the South of Europe where the unemployment rate is around the 25 %. In the last four years we have broken the raising line we followed from the nineties. In fact, many of the objectives of the Lisbon Agenda on this matter have failed.
La clave la daba hoy el filósofo Daniel Innerarity en una entrevista en El Español:
«La política está hecha de aspiraciones y renuncias. Los comunistas quieren nacionalizar la banca, pero si gobiernan, seguramente no puedan hacerlo. Si un nacionalista español logra alcanzar el Ejecutivo querría acabar con las autonomías, pero a la hora de la verdad, sería poco probable que lo hiciera. Esa tensión entre lo que uno desea y lo que las circunstancias le permiten es el ‘abc’ de la política. Lo malo sería que no hiciéramos esa distinción y pretendiéramos colmar nuestras máximas aspiraciones sin tener en cuenta la sociedad a la que gobernamos».
Con permiso de Ignacio Ramonet, Director de Le Monde Diplomatique, y sus compañeros del Foro Social Mundial, creemos que ya podemos decir que la globalización ha dejado de ser un fenómeno económico para tomar una dimensión social e incluso Cultural. Y de acuerdo con ello, ya no tiene posibilidad de derrota, al menos en el corto plazo.
Así lo entiende uno de los apóstoles de la globalización, el intelectual sueco Johan Norberg, autor del célebre libro En defensa del capitalismo global y del documental La globalización es buena. Norberg se hace eco de una reciente encuesta del Chicago Council of Global Affairs y Worldpubliopinion.org, en la que se constata que la globalización goza ya de una gran aceptación popular.
Más del 61 por ciento de las 20.000 personas consultadas en 19 países consideran que «el comercio internacional y las conexiones de la economía nacional con las de otros Estados alrededor del mundo es un fenómeno positivo». El informe concluye con Ia idea de que «el apoyo a la globalización es muy sólido a lo largo del planeta. No obstante, todavía queda un 20 por ciento de ciudadanos irreductibles, que como los galos de Astérix, se muestran reacios a reconocer las ventajas de la mundialización.
Lo quizá sorprendente es que los refractarios no se encuentran entre los ciudadanos del antes llamado ‘Tercer Mundo, supuestas víctimas de la expansión total del capitalismo. En países como Tailandia, China, Corea e incluso Irán (en este caso, una prueba más de que los líderes conducen a caminos no deseados por el pueblo), el apoyo a la globalización es predominante.
Por el contrario, en naciones ricas como Francia o Estados Unidos, partidarios y detractores se encuentran casi empatados. Las consecuencias funestas a corto plazo, como la deslocalización, influyen en las percepciones negativas.
No obstante, mientras que la respuesta francesa parece obvia, llama la atención que los norteamericanos se muestren tan escépticos de un movimiento del que son los principales impulsores y probablemente los más beneficiados.
De todos modos, mal que nos pese, los países occidentales cada vez mandamos menos en las tendencias del mundo y es inevitable que la cultura globalizadora se imponga también entre nosotros. No podemos darles la respuesta de los españoles, porque el sondeo no se ha realizado en nuestro país.
Más allá de los datos, el informe nos confirma que el mundo se ha convertido en un gran espacio interconectado, en el que de forma constante suceden acontecimientos de gran interés.
It is stimulating (Please not to confuse with stimulus plans or whatever) to discover the strength of new approaches to the progress of economy and the human being in general terms. This is the case of the biomedical field, which is opening a new frontier to the extension of life and to the development of a economic sector with a huge future. Far from expired economic recipes recommending to insist in public expenditure, financial engineering or real state, this sector shows that the next economic lanscape will be linked to serious Research, Development and Innovation, where science plays a major role. In a similar way than the renewable energy sector (but with less protectionism and ideological bias), the biomedical field is emerging in several developed countries and obtaining big investments from entrepreneurial institutions. In fact, many Governments are working desperately to set up biomedical clusters in their areas, but it is not only a matter of money and facilities. Highly educated human capital has the key to success in this sector and a long experience in medical sciences and engineering are also needed. You cannot improvise.